Siempre
me ha resultado graciosa la gente que le echa la culpa a la tele de las cosas.
“Hijo, ¿por qué estás quemando contenedores?”, “¡Porque no había nada bueno en
la tele!”. Pues en mi caso es lo mismo.
Yo
nunca había querido ser maestra. Empecé magisterio porque, de las opciones que
tenía, era lo que menos me importaba estudiar pero (a pesar de llevar para
entonces 5 años dando clases particulares) nunca había tenido vocación. Podría
decirse que más que una elección fue una falta de opciones. Mis dos primeros
años de carrera pasó sin pena ni gloria, lo mismo me habría dado estar
estudiando aeronáutica. Pero llegaron las prácticas de 3º y descubrí lo que
quería hacer con mi vida o lo que la vida quería hacer conmigo.
Hoy
en día soy maestra y lo seguiré siendo todo lo que pueda porque sí, puedo
imaginarme haciendo otras cosas, pero ninguna sería tan divertida y, como dice
mi colega E. Punset, la clave no está en buscarse un hobby que te ayude a
desconectar del trabajo sino en hacer que tu trabajo sea tu hobby. Sin embargo,
si me preguntas por qué me hice maestra… supongo que fue porque no ponían nada bueno en la tele.
Kendra
(actualmente curranta del CP. “Diego Laynez”)
Un maestro no es un transmisor de contenidos
vacíos, sino es el que, junto con la inestimable ayuda, con la que alguna vez
no encontramos en padres, dota al niño de una serie de elementos que le van a
hacer una persona autónoma en el futuro. Esto queda muy pedagógico, pero voy a
tocar la fibra sensible. Nosotros damos cariño a los niños en cada sesión, les
ayudamos a crecer como personas, les enseñamos las cosas de la que consta la
vida, muchas veces muy duras, a través de experiencias escolares, pero
siempre ofreciéndonos como ese salvavidas que ellos necesitan cuando se sienten
superados por las circunstancias más simples a los ojos de un
adulto. Personalmente, desde mi pequeña tribuna (si se me permite la
expresión), que constituye mis clases de extraescolares de
informática por las tardes, siento que parte de mí se va con eses niños a casa,
y que después, cada parte de los que les hemos dado clase, cariño, hemos
prestado nuestro tiempo y esfuerzo en la educación de esos niños, siempre
incluyendo a los padres que son los que más mérito tienen, irán con ellos e
intentarán conformar una sociedad más justa si cabe. Llámame
soñador, pero ésto es por lo que me hice maestro y ahora más que
nunca me siento como ello.
David Bueno Ruiz,
Diplomado en Educación, Especialidad de
Francés.
Gracias por arrancar el proyecto!!!
ResponderEliminarEstá mal que yo lo diga pero... ¡Y qué arranque!
ResponderEliminarGracias a ti por proyectarlo. ;P
K.
Lejos de estar mal, está "chachimegachupilísticoespiralidoso", ¡vaya arranque prodigioso! Y lo que queda por venir, que sepas, K., que vamos a incendiar de "amor, alegría y globos de colores" la comunidad educativa, y lo mismo formamos nuestra propia escuela, mira tú. Besos floreados con un toque de canela y otro de rocío.
EliminarMuchas gracias por dejarme participar desde mi pequeño texto en este proyecto; os seguiré de cerca.
ResponderEliminarDavid
Salut, mon vieux, y gracias a ti, David, ha sido un regalo conocer a gente como tú en la E. U. de Educación, y me alegro enormemente de compartir este espacio de reunión entre alumnos, profesores o lo-que-sea, todos somos lo mismo, al fin y al cabo, "eternos alumnos en la asignatura de la vida".
EliminarUn abrazo!!!